viernes, 21 de noviembre de 2008

Parashá JAYE-SARAH (Y fue la vida de Sara 127 años, años de vida de Sara. ) Bereshit XXIII:1 - XXV: 18

Yom Shishí, 23 Jeshván, 5769 - Shabat Mevarejim


Por L. Conde

La vida de Sara

El relato llamado La Vida de Sara sólo hace referencia a su muerte: A las lágrimas de Abraham tan abundantes que desbordan la palabra VeLib
kotah y por eso se empequeñece la Cof, para hacer sitio a toda su pena. Al afán de su esposo por darle sepultura, pero sepultura propia, de su propiedad, como lo fue ella en el sentido de que le era tan propia como él de sí mismo. Nada se dice de lo que ella hacía, de cómo vivió después de que viera marchar a su único hijo con su padre, tal vez intuyendo ya en sus viejas entrañas la intención del esposo. Puede que recordase su sonrisa irónica cuando le anunciaron que sería madre. Cómo creerlo; no, hasta verlo. Ella era así. Y era noble y leal. Al Dios de su marido no lo entendía, pero tampoco comprendía a Abraham y sin embargo le amaba. Parió a Isaac y eso no la hizo mejor persona, sí más fuerte; no dudó en desterrar a Hagar con el hijo que había tenido de su esposo, no le importó que fuera madre como ella ni que Ismael fuera apenas un cachorro como su propio Isaac. Era su manera de luchar por su estirpe y en ese sentido hizo lo que tenía que hacer, aunque tal vez le doliera. Como las leonas cuando matan a sus congéneres no por hambre, sino para evitar la competencia.

En hebreo la palabra vida sólo existe en plural JAIM. Y ciertamente cada uno de nosotros somos la suma de lo que hemos sido, poco tenemos que ver ahora con el niño o el joven que fuimos, y somos ahora muy diferentes a lo que seremos de viejos. Varias vidas en una. Pero no sólo es eso. Nuestra existencia a veces influye en la vida de los otros, incluso después de nuestra muerte. Es el caso de Sara. Las vidas se entrecruzan. Así, mientras Isaac le preguntaba a su padre dónde está el cordero para el sacrificio, Sara emprendía su último desesperado camino en la dirección a donde les vio partir, hacia Moriá, pero murió haciendo ese camino en Kyriat-Arbá. Sí, la vida es lo que sucede mientras hacemos planes y no nos damos cuenta de que la vida es el camino en sí. ¿Llegó a saber si su esposo cumplió la orden inicial de su Dios? Ese Dios que ella no comprendía.


Nada sabemos de Isaac, qué fue de él después de vivir esa experiencia con su padre. Aparece de nuevo, ya convertido en un hombre, cuando conoce a Rebeca, pero en el relato dice que viene de Ber Lajai Roí. No regresó a casa con su madre después de ir a Moriá con su padre, no regresó con una madre que no se interpuso entre él y su padre, que no le protegió con su vida, por más que fuera una prueba de lealtad a su Dios, una simple prueba, pero eso ni Isaac, ni Sara ni el propio Abraham lo sabían en ese momento. No podía volver con sus padres, era joven y aún tenía mucho que crecer para poder comprenderlos. Se fue a Ber Lajai Roí, con Hagar, con su medio hermano Ismael, con los que se sentía seguro, era uno más como ellos, obligados a huir de su padre, qué importa que fuera por los celos de Sara hacia Hagar o por esa prueba de lealtad que consintió Abraham. ¿Por qué no negoció con Dios como hizo cuando intentó salvar a Sodoma? Era su hijo, sangre de su sangre, adolescente como era, ni niño ni hombre, no tenía los mimbres necesarios para comprender- Era sentimiento puro, aún sin la suficiente razón. Así vivió con Hagar y su hermano hasta que fue hombre y vio que podía volver a mirar a su padre, hombre como él, y ahora entendía que un hombre hace lo que tiene que hacer aunque se le rompa el corazón.


Ahora que había crecido y ya no necesitaba a una madre que lo protegiera, ahora que necesitaba a una igual para compartir la vida, comprendió también a su madre y pudo llorarla. Vio que había sido una buena madre, pero tuvo que crecer también para entenderla. Ella había dado a luz un niño al que cuidó mientras estuvo en su mano, luego lo dejó ir, y fue ahí, cuando le dejó ir, cuando alumbró al hombre. Agradeció Isaac a Sara que habiendo dado a luz un niño no abortara al hombre. Hay madres que lo hacen.


Ahora, en paz consigo mismo, volvía al padre que le esperaba con una esposa elegida para él entre las mejores, porqué dudar del criterio de su padre?. Aceptaba por esposa a Rebeca con la que pudo llorar por su madre, dejar atrás la infancia y comenzar a ser un hombre.


La vida de Sara se prolongó más allá de su muerte, influyó en todos ellos, en su familia próxima. Sigue influyendo en nosotros, miles de años después. La vida de Sara.


Shabat Shalom.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Maravilloso tu comentario de la parashá, me ha servido de espejo. Que haShem te bendiga. Un abrazo desde el sur a la parte norte de Sfarad