domingo, 23 de agosto de 2009

miércoles, 19 de agosto de 2009

PARASHÁ SHOFETIM (Jueces y guardias designarás para ti en cada una de tus tribus…) Devarim (Deuteronomio) XVI: 18 – XXI: 9

Correspondiente al Shabat 2 Elul 5769 – 22 Agosto 2009

Por L. Y. Conde

Jeshvón HaNéfesh (Balance del alma)



“Jueces y guardias designarás PARA TI”. Así comienza el versículo 18 del capítulo XVI de Devarim, la primera Parashá del mes de Elul en el que nos preparamos para hacer el Jeshvón HaNéfesh (balance del alma). Jueces designarás para ti, queriendo decir que nos toca juzgarnos a nosotros mismos con la misma severidad con que solemos juzgar a los demás. Hacemos el balance del año porque se acerca Rosh HaShaná (Año Nuevo). Y no es fácil mirar dentro de nosotros y reconocernos en nuestras miserias. Tememos hacerlo, pero es un miedo terapéutico del que se supone que aprendemos. El próximo año, si tomamos lección de éste, quizá el miedo sea menor al mirarnos en toda nuestra desnudez y así poder iluminar nuestra vida y la de los demás.

Mi amiga S. que vive en California me recuerda en un email lo que dijo un gran Jasid (piadoso):

“El pueblo judío es como la luna: La luz de la luna es una reflexión del sol, no viene de la propia luna. Como el pueblo judío la luz que tengo yo, que tienes tú, que tiene nuestro pueblo, no es nuestra, sino de HaShem. Esta luz sale cuando estudiamos la Torah, las Mitzvot. Y uno de nuestros afanes es encontrar esas chispas “spark seekers”."

A veces, cuando leo la Torah como esta tarde, y procuro seguir en hebreo lo que dice en español en la contrapágina, me siento llena de luz. La misma que ilumina a S. mientras la lee junto a una playa del Pacífico. Pero es la Toráh la que acompaña a S. a donde quiera que vaya. Como los antiguos reyes de Israel que llevaban consigo una copia del Libro, como los soldados judíos de la primera y segunda guerra mundial que llevaban una miniatura de la Torah para leerla en las trincheras. Por eso nunca estamos solos.


La vida plena



Es en circunstancias críticas de nuestra vida cuando tomamos altura de los tiempos; en una situación de guerra, por ejemplo. Es ahí cuando sabemos si nuestra vida ha sido plena o no. En esta Parashá se describe el momento previo a la batalla y vale la pena transcribirlo. Imagínense un ejército tres mil años atrás, en formación, en absoluto silencio, escuchando lo que manda el protocolo decir al Cohen Mashúaj Miljamá (sacerdote ungido en circunstancia de guerra), es decir, los versículos 3 y siguientes del capítulo XX del Deuteronomio. Algunos de ellos son:

"Cuando estéis para entablar combate, el sacerdote se adelantará y hablará al pueblo. Les dirá: «Escucha, Israel; hoy vais a entablar combate con vuestros enemigos; no desmaye vuestro corazón, no tengáis miedo ni os turbéis, ni tembléis ante ellos…” La instrucción continúa: "Luego los escribas hablarán al pueblo y dirán: «¿Quién ha edificado una casa nueva y no la ha estrenado todavía? Váyase y vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y la estrene otro hombre. «¿Quién ha plantado una viña y todavía no la ha disfrutado? Váyase y vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y la disfrute otro. «¿Quién se ha desposado con una mujer y no se ha casado aún con ella? Váyase y vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y se case con ella otro hombre.» (XX:5-7).”

Después de escuchar esto puede que sólo vayan a la guerra los que no tienen nada que perder. Pero el Cohen sigue leyendo el Deuteronomio:

“Quién es el hombre miedoso y de corazón blando? Váyase y vuelva a su casa y no derrita el corazón de sus hermanos como el corazón suyo”.(XX:8)

Y ahora, quién se queda?. Cada hombre hace balance de su vida, lo que tiene, lo que deja. Y a veces, aunque tengamos todo lo que anhelamos, surge una contingencia superior que nos hace recapitular sobre nuestros verdaderos valores, y es cuando recordamos que a la tumba nada llevamos, sólo nuestras acciones por las que seremos recordados, o no. Pero cada acción nuestra influye en el entorno. Y hablo de acciones, no de intenciones, porque el pueblo judío es un pueblo de acción, con la intención no basta. Hay que actuar, no quedarse en la pura elucubración. Hay que hacer el paraíso en la tierra. Esa “Era Mesiánica” tan mal interpretada por los no judíos y que no significa más que con nuestras buenas acciones, siguiendo nuestra ética, cumpliendo nuestras 613 Miztvot, los que nos tomen el relevo lleguen a disfrutar de un mundo justo, del Paraíso en la tierra, conseguido por la acción del hombre. Ya saben, para un judío con la intención no basta. Actuemos.

Shalom.