Rafal Olbinski
Hay niñas hermosas que cuando juegan se detiene el tiempo para contemplarlas. Así es ella, tiene ocho años y su nombre traducido al hebreo sería Shalom. A veces me pide que le cuente una historia “de esas raras tuyas”, me dice. En Janucá le conté la Batalla de Bet Tzur, del año 164 a.e.c.. 47.000 seléucidas frente a 6.000 judíos al mando de Yehudá, al grito de “Mi Kamoja Velim Hashem” (Quién como tú entre los valientes, oh, D’os). MaKaVeHa. Los Macabeos. Y vencen. Contra todo pronóstico. Nadie les dijo que era imposible. Y además, no había otra opción.
- Entonces, todo es posible?.
- Sí, si lo deseas con todas tus fuerzas y pones los medios para ello y... si no hay otra salida.
- No basta con desearlo?
- Eso sólo es el primer paso, muy importante, claro. Pero hay que ponerse manos a la obra. Por ejemplo, tú deseas aprobar un examen pero con eso no alcanza. Hay que estudiar.
- Boh!.
Cuando nació la niña la nombraron Hadasá. Pronto quedó huérfana y se ocupó de sus cuidados su tío Mordejai. Se convirtió en una joven tan bella que fue llevada al palacio del rey Ajashverosh junto con las demás bellas del reino como candidatas a esposas-reinas de Persia. El rey no era muy listo por eso tenía de consejero al malvado de Hamán. Cuando el rey la vio supo que ella sería su reina. Tío Mordejai corrió a protejerla, "no digas que te llamas Hadasá, sabrán tu origen. Dí que te llamas Ester y no tendrás problemas".
- Te cambias de nombre y ya está? ya no hay problemas?
- A veces cambiar de nombre te puede salvar la vida, pero solo durante un tiempo. Escondes tu origen para sobrevivir y a veces acabas olvidándolo. Pero en realidad te despojas de tu alma y te conviertes en un desterrado, viviendo entre extraños y aparentando ser uno de ellos. Te acabas sintiendo muy solo.
Así le sucedió a Hadasá, poco a poco olvidó su origen. Ahora era Ester y vivía rodeada de privilegios, pronto sería reina aunque a ella nadie le pidió su opinión, porque en aquel tiempo las mujeres no podían elegir. Ahora, en muchos lugares, tampoco. Por eso tienes que estudiar mucho y aprender a ganarte la vida y no depender económicamente de nadie para poder ser dueña de ti. Para que tú también puedas elegir. Y no olvides nunca quién eres.
Ester no podía elegir, pero tampoco se reveló contra el destino que le marcaban los demás. El palacio era tan lujoso, tenía tal cantidad de sirvientes, el poder le parecía tan fascinante.... cualquier cosa que pedía le era concedida, a veces había quién se adelantaba a sus deseos y ella ni siquiera lo agradecía. Venía a visitarla tío Mordejai al que quería mucho pero últimamente le incomodaba porque no hacía la reverencia exigida ante el rey o ante el consejero Hamán que tanta influencia tenía en el reino, y realmente era el que mandaba.
Hamán recelaba de Mordejai que no se humillaba ante nadie y sospechaba que pertenecía a ese pueblo disgregado y disperso por el mundo que no cumple con la religión del rey Ajashverosh y estén en el país que estén siguen siendo fieles a su Dios. Hamán consideraba que era un pueblo peligroso que pretende vivir a su manera. Merecen la muerte. Y Hamán comenzó a urdir un plan. El rey bebía de su mano, presidía los festines que Hamán le organizaba, lo mantenía distraído, mientras Hamán era dueño de vida y hacienda de los persas.
Pero estaba ese pueblo maldito, no era muy numeroso pero molestaba, era irritante verlos hacer su vida como si nada fuera con ellos. Sí, cumplían las leyes, pagaban sus impuestos, trabajaban, prosperaban, eran cultos. Pero qué se habrán creído, porqué no son como los demás, porqué no quieren ser como los demás. Hay que matarlos. Será un festín más para el rey. Le agradará que su reino esté libre de esa gente.
- Y porqué los quiere matar, porque no los lleva presos?
- Y porqué habría que apresarlos? qué han hecho?
- Pues no son como los demás, no se arrodillan ante el rey.
- Y eso es motivo para llevarlos presos? son buenos ciudadanos.
- Sí, pero los demás se arrodillan y ellos no.
- Sois todas iguales en clase, hay alguna niña diferente?
- Sí, Elena. Tiene una mancha roja grande en la cara.
- Y eres su amiga?
- Antes no, porque si ibas con ella te decían ahí van el tomate y el pan, pero ahora ya no me importa.
- Y porqué ya no te importa?
- Porque ahora tengo 8 años y ya sé que eso es una tontería.
El plan de Hamán de exterminar a los judíos llega a oídos de Mordejai. Corre a ver a su sobrina, la reina. Le cuenta lo que le va a suceder a su pueblo. Es hora de que vuelva a ser Hadasá. Sólo ella puede hablar con el rey, convencerle de que evite la masacre de su pueblo. Pero el rey se extrañará de que interceda por ellos, a no ser que Ester descubra el origen que escondió todos estos años y en ese caso qué será de ella y de los suyos. Ester lleva las galas de su rango. Hace tanto tiempo que vive alejada de su pueblo, tanto tiempo luciendo este disfraz, que ya no recuerda cuando fue la última vez que soñó en hebreo. Pero un escalofrío recorre su alma cuando escucha las palabras de tío Mordejai. Mi querida Hadasá, mi reina Ester, nos van a exterminar, sólo tú puedes ayudarnos. Es tu pueblo. Habla con el rey.
Y Ester comprendió que había llegado hasta allí para ser útil a su pueblo, era la reina Ester que salvaría a la judía Hadasá. Demasiado tiempo intentando ser otra. Demasiado tiempo sin alma. Tenía que elegir y eligió a la carne de su carne, a su pueblo. Y fue en ese momento, cuando reveló su alma judía ante el rey, cuando su belleza fue más deslumbrante porque se cubrió de grandeza. De su pueblo dependía su alma. Y dice la Meguilá: Y para su pueblo judío fue la luz, la alegría, el alborozo y el honor.
Hamán fue derrotado y el pueblo judío, gracias la judía Hadasá que vivía en el corazón de la reina Ester, disfrutó de un periodo de tranquilidad.
- Y porqué no le gustaban los judíos a Hamán?
- Porqué no te gustaba Elena?
- Boh.
2 comentarios:
Hermoso post.
'En Purim nos identificamos con la reina Ester, quien como nosotras hoy día, habitaba en el Galut y ocultaba su identidad judía para protegerse y prosperar', comenté una vez.
Te dejo mi blog
http://www.jabadurquiza.com/
Shalom u brajá
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