jueves, 5 de febrero de 2009

PARASHÁ BESHAL-LAJ (Y sucedió que cuando el Faraón hubo enviado al pueblo…) Éxodo XIII:17 – XVII: 16

Correspondiente al Shabat 13 Shevat 5769 - 7 Febrero 2009

Por L. Conde


Sobrevivir a un milagro. Pedir otro y seguir quejándose.


Me gusta el teatro del absurdo. Uno de sus más grandes representantes, el rumano Ionesco, tiene una obra titulada “Delirio a dúo” donde un matrimonio se enzarza en una curiosa diatriba: “¿la tortuga y el caracol son el mismo animal?”. Y discuten interminablemente y convierten ese argumento común, absurdo por otra parte, en el fundamento de su relación. Pero lo más aleccionador es que mientras ellos discuten sin llegar jamás a una conclusión porque han hecho de la discusión no un camino para llegar a un acuerdo, sino una manera de maltratarse, malquererse; mientras ellos están atrapados en tu telaraña, afuera se escucha el fragor de la guerra a la que ellos pretenden permanecer ajenos a pesar de que en varios momentos de la obra la casa es bombardeada, destruída. Pero ellos siguen en pie. Discutiendo de lo suyo entre las cenizas.


Después de que el pueblo judío saliera indemne de las diez plagas de Egipto. De que en la última sus primogénitos fueran respetados. Después de que el Mar Rojo se abriera a su paso que ni los efectos especiales de Cecil B. DeMille lograron superar. Todo eran alegrías. Miriam y las demás mujeres entonaron cantos y bailes, el más hermoso canto para la mar que se mostró en esa ocasión como una madre protectora. Es la alegría después de la victoria recién conseguida. La fase de la euforia. La Libertad. Como la juventud: la vida siempre será como ahora, pensamos a los veinte. Pero al otro lado del Mar Rojo está el Desierto del Sinaí, y como todos los desiertos, inhóspito. Aparecen los primeros inconvenientes: falta agua, comida, hace calor de día, frío de noche. Somos insaciables, pedimos otro milagro. Y llega. El Maná. Pero tampoco basta. El milagro repetido deja de ser milagro como el favor repetido deja de ser favor para convertirse en una obligación para el que lo presta.


El milagro repetido deja de ser milagro (el favor repetido deja de ser favor).


Recuerdo una anécdota del mundo cotidiano sobre los favores repetidos: Una mujer dejó un piso que iba a destinar a alquiler a una amiga en apuros mientras ésta buscaba trabajo. El favor era muy completo porque estaba exento de cualquier gasto de luz, agua, teléfono y, obviamente, alquiler. Así pasaron unos meses. Pasaron seis meses y la buena amiga se ofreció a buscarle trabajo y se lo encontró. La otra lo rechazó por no considerarlo adecuado a sus aspiraciones. La amiga, que había perdido no solo de ganar todos esos meses el alquiler, sino que tuvo que hacer frente a gastos de luz, agua, calefacción, etc disfrutados por la otra, le dio un ultimátum: un mes para abandonar el piso y buscarse otro. Con un año de alojamiento gratuito consideraba que había cumplido con creces su aporte a esa amistad, teniendo en cuenta además que la otra parte no parecía muy interesada en encontrar ningún tipo de trabajo y la cosa tomaba visos de eternizarse. Pues bien, han pasado tres años y todavía está esperando disponer de su propiedad. Para abogados sí que tenía dinero la otra que le puso una demanda y la ganó. No había ningún tipo de contrato por medio. Sólo buena fe, una inocente confianza basada en una larga amistad por una parte y una vileza por la otra parte. Pero ante los tribunales ganan los papeles y papeles no había. La sentencia fue según la legalidad. Pero todos sabemos que lo legal no siempre es moral y viceversa.


En algunas personas sale su natural mezquino en ocasiones así. Todos tenemos amigos gorrones que en todas las veces que vinieron invitados a nuestra casa jamás trajeron al menos una botella de vino o unos pasteles. Llegan con las manos vacías y se van con las barrigas llenas. No importa. Otros además se permiten criticar la casa donde fueron tratados con exquisita corrección. Hay quién es así. Pero con eso ya contamos y se acepta como un quebranto menor porque lo cierto es que disfrutamos esa visita más que ellos al estar libres de esa mezquindad. Hay comportamientos que la elegancia no permite.


Y nosotros, somos un pueblo elegante? Qué hay de nuestro pacto, nuestro Brit? Ese que nos hace ser elegidos de HaShem. Me temo que caemos es estas ruindades domésticas que empobrecen la vida porque interpretamos el Pacto como un derecho al privilegio, no como un deber de ser ejemplo para el mundo y para nuestros descencientes. Que el niño sea como Abraham y Jacob. Que la niña sea como Sara y Rebeca. ¿Qué dirán nuestros hijos a sus hijos? Sé como el abuelo, mi padre. Y tú, sé como tu abuela, mi madre. Nos gustaría ser recordados así. De nosotros depende.


Dar sólo las gracias… y gracias.


Nos olvidamos que el Pacto es mutuo, no vale que clamemos protección mientras no hacemos nada por protegernos. Eso está bien en los niños, nosotros ya estamos grandes, hemos tenido tiempo a crecer, llevamos en el mundo de manera consciente 5768 años, niños aún?. Ya estamos en edad de hacernos cargo de nuestra propia vida, de no pedir más de lo que ya se nos ha dado, de reconocer las bondades de lo recibido y de preguntarnos qué hemos dado nosotros. El dar gracias a HaShem por los dones recibidos mientras permanecemos quietos esperando otro más me parece una actitud fatua, soberbia, ¿por qué nos tiene que brindar lo que le pidamos? ¿qué ofrecemos a cambio? Sólo las gracias?.


Me recuerda un relato sobre una Yeshivá: Había un alumno, entre todos el más piadoso, que a cualquier cosa que decía el rabino, incluso la más trivial, respondía Baruj HaShem. No parecía correcto criticar su pío comportamiento, por lo demás excesivo y pesado. El rabino interrumpía sus disertaciones para responder con otro Baruj HaShem coreado por toda la clase. Lo que le hacía perder el hilo. Pero una tarde de esas que no se aguanta ni a uno mismo el rabino venía harto por otras cosas. Al primer Baruj Hashem del alumno el rabino levantó la mano a modo de frenazo en seco y con toda la calma de la que fue capaz le respondió: “Hijo mío, eso que siempre dices es muy bueno, pero no viene al caso”.


Shalom.

1 comentario:

noralicia dijo...

como me gusta tu seleccion de imagenes un premio para ti...felicitaciones