martes, 2 de septiembre de 2008

NUESTRO SCHINDLER GALLEGO: DR. EDUARDO MARTINEZ ALONSO

Reproduzco el documental completo emitido en TVE2 en el que se entrevista a Juan Antonio Fernández de Castro, Director Editorial de VELECÍO EDITORES, sello que ha publicado el libro escrito por la hija de EDUARDO MARTÍNEZ ALONSO. La increíble historia de su padre que llena de orgullo a la buena gente de Galicia.



El doctor Eduardo Martínez Alonso, médico de origen gallego, apolítico y pacifista, finalizada la guerra civil española - en la que participó como miembro de la Cruz Roja en ambos bandos – era el médico de la embajada británica en Madrid cuando estalla la II Guerra Mundial.

Intimo amigo de Alan Hillgarth, agregado naval y encargado por Winston Churchill de coordinar el servicio secreto británico en España, colabora en la creación de una red clandestina que amparada por el espionaje aliado fue capaz de salvar a miles de personas que huyendo de sus perseguidores nazis entraban ilegalmente en España. Auxiliados en ocasiones por la Resistencia francesa a través de los Pirineos, y tras un itinerario de etapas increíbles que parte de un campo de concentración en Burgos, en Miranda de Ebro, pasa por un salón de té madrileño, el Embassy, en pleno Paseo de La Castellana, finaliza –provisionalmente- en la finca “La Portela”, en la localidad pontevedresa de Redondela.

Desde allí, y amparados en las sombras nocturnas del mar de Vigo, pescadores y marineros gallegos evacuan noche tras noche en sus dornas a los refugiados poniendo proa a barcos aliados fondeados en la boca de la ría, alejados de las miradas indiscretas de las autoridades y de los barcos e informadores alemanes más atentos a lo que sucedía en los alrededores de la costa coruñesa.




De la complejidad de este entramado del espionaje aliado en la Península Ibérica, amparado en la no-beligerancia del gobierno del general Franco que aparentemente permanece ajeno a lo que sucede a su alrededor, da buena cuenta el eje de operaciones: desde el campo de concentración en Miranda de Ebro, a pleno centro de Madrid para llegar hasta Redondela en la costa atlántica gallega.

En la red de evasión participó desde la resistencia francesa, hasta frailes capuchinos, pero contó además con la fundamental y arriesgadísima colaboración de marineros gallegos, algunos todavía se encuentran entre nosotros. Esta arriesgada actividad la mantiene el Dr. Martínez Alonso hasta que alertado por los propios británicos decide salir de España, a través de Portugal para refugiarse en Londres, días antes de que la Gestapo registre su domicilio madrileño.




Nada se conocería de esta historia, de no ser porque accidentalmente en una mudanza su hija, Patricia Martínez de Vicente, se encuentra con una extraña libreta y su contenido. Indagaciones, entrevistas, recopilación de documentos y la propia confirmación por su madre Ramona de Vicente, descubren a la hija del Dr. Martínez Alonso que su padre no solo había sido el médico que ella había conocido desde niña, colaborador de la BBC, sino también un colaborador del servicio secreto británico, concretamente el agente 055-A.

Con el título de “Émbassy y la inteligencia Mambrú” su autora nos describe en un libro, 60 años después de ocurridos, los hechos que protagonizaron unos hombres buenos, entre los que se encontraban algunos gallegos que, como su padre y los Patricia Martínez de Vicentepescadores de la ría de Vigo, evitaron que el genocidio nazi engrosara aún más sus ya infamantes y terribles cifras.

El cine, aún recientemente, nos ha traído a la memoria historias como la protagonizada por Oscar Schindler que con su ya famosa Lista, salvó a 1.200 judíos alemanes de ser asesinados en el genocidio nazi. Otras son menos conocidas, como la del encargado de negocios de la Embajada de España en Budapest, Angel Sanz-Briz que entre 1943 y 1944 logró salvar a 5.200 judíos húngaros, alegando que como serfadíes tenían derecho a la ciudadanía española. Pero, ¿de que cifras podemos hablar en la red del Dr. Eduardo Martínez? ¿Hasta cuando estuvo operativa?



A los marineros y a las personas anónimas de Redondela que ayudaron en esta maravillosa hazaña, Todá Rabá. Si supiera sus nombres plantaría un árbol por cada uno de ellos porque esa es la manera judía de luchar contra el olvido y de vengarse de las injusticias: Recordando y Construyendo. Si algún gallego va próximamente a Israel le pediría que plantara allá un árbol con el nombre de Redondela.

Shalom.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pregúntome se haberá algunha relación entre o doutor Martínez Alonso e as irmás Touza de Ribadavia, que formaban parte tamén dunha rede de axuda a xudeus que fuxían da Europa nazi. Haberá que ler o libro na procura de respostas. Un saúdo.