EN AUSCHWITZ TODOS ÉRAMOS JUDÍOS. Respuesta a un comentario anónimo a la Parashá Koraj.

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Por L. Conde

He recibido este comentario anónimo a la “Parashá Koraj”

Anónimo dijo...

Estimada senora, la escribo desde israel muy sorpresiva porque leyendo sus comentarios me da la impresion de que no parecen judios a que secta judia pertenese usted? no me parece que cualquiera puede publish un comentario de tora

2 de agosto de 2008 16:59

Estimada señora,

Me gustaría contestarle directamente a su e-mail particular pero al hacer su comentario de manera anónima no tengo otra manera de comunicarme con usted más que públicamente, aquí, en mi blog.

Quiero decirle que no me sorprende en absoluto su comentario. Y no me sorprende porque soy judía. Los judíos somos plurales, diversos, y sobre todo no tenemos dogmas.

Pero como este blog lo leen judios y no judíos, permítame explicar un poco cómo es este mundo judío nuestro por dentro.

El judaísmo, lejos de ser monolítico, tiene varias corrientes. Las mayoritarias son:

Ortodoxa, Hasídica, Conservadora, Reformista, Reconstruccionista, Humanista (más minoritario) y otras corrientes también más minoritarias.

De tal manera que el judaísmo va desde la Ortodoxia que sostiene que la Torá fue entregada por HaShem a Moisés en el Monte Sinaí, hasta los que creen que la Torá es una colección de escritos hechos por la mano del hombre con inspiración divina aunque aceptando también otros puntos de vista racionales. Hay ortodoxos que aceptan el Estado de Israel como Mizrabi en Israel, y otros que se oponen al Estado de Israel porque no ha sido creado por el Mesías.

Desde los que observan la Halajá (Ley Judía) de manera requisitoria e irrevocable, hasta los que la adaptan a los tiempos modernos comprometiéndose con la tradición y buscando a su vez un significado contemporáneo.

Desde los que sostienen que hombres y mujeres deben sentarse por separado en la sinagoga, deben tener diferentes obligaciones, o no aceptan un matrimonio mixto; hasta los que consideran en un plano de igualdad a hombres y mujeres, tienen rabinas y cantoras en sus sinagogas y aceptan matrimonios mixtos.

Desde los que sólo reconocen como judíos a los hijos de padre y madre judíos, hasta los que consideran que son judíos a los nacidos de madre judía aunque el padre no lo sea, o los que consideran judío al hijo de padre judío aunque no lo sea la madre.

En cuanto a los que acceden al judaísmo por medio de la conversión, parece que cada corriente sólo acepta a los que realizan la conversión dentro de “su corriente”.

Hay que decir que también están los judíos “practicantes pero no creyentes”. Judíos observantes de la tradición que les liga a su pueblo, pero racionalistas.

Y los judíos laicos, judíos ateos y no observantes de las tradiciones. Y que no permitirían que nadie les despojara de su condición judía, jamás.

Todos ellos, sin excepción, forman el pueblo judío. Plural, sin dogmas.

Visto desde fuera se podría pensar que “estos judíos ya bastante tienen con luchar contra el antisemitismo para andar entre ellos con estas gaitas”. Pero eso, lejos de ser un handicap, es una especie de entrenamiento. Somos discutidores por naturaleza, necesitamos la dialéctica, amamos esa esgrima mental que ilumina las ideas. Y aunque entre nosotros hay quien se considera más judío que el de al lado (incluso entre los ortodoxos), a la hora de la verdad, cuando vienen a por nosotros, todos somos judíos, como decía alguien muy querido para mí “En Auschwitz TODOS éramos judíos”.

Usted, señora, es judía, como yo. Pero usted no lo es más por considerarme a mí menos. Leo la Torá y expreso lo que me sugiere cada parashá sin pretensión alguna de erudición rabínica para la que obviamente no estoy preparada. Nada hay de irrespetuoso en mis comentarios, muy al contrario, son fruto de una reflexión adaptada a la vida cotidiana y a este tiempo que nos ha tocado vivir. Es también una manera de estar conectada con mi pueblo, aquí, donde somos tan pocos y donde nada en el entorno de la ciudad nos habla del mundo judío. Le aseguro, señora, que no es fácil ser judío aquí, nos sentimos solos y hacemos lo que podemos y más para no dejar morir esta alma nuestra, porque sin nuestra ética, sin nuestras mitzvot, nada seríamos. Sería como vivir en el destierro.

He estado en Israel en varias ocasiones. Una vez me encontré con una norteamericana que toda su vida vivió como judía en USA, hija de padre judío y madre no judía. Había hecho allá su Bat Mitzvá. Cuando llegó a Israel le dijeron que no era judía porque su madre no lo era, sólo su padre. Estaba muy decepcionada y me decía que precisamente era en Israel donde peor trataban a los judíos. Le dije que ésa no era mi experiencia, que había encontrado toda la calidez del mundo y me había sentido en mi casa cada vez que visitaba Eretz Israel. Bien es cierto que en Israel no llegué a intimar nunca con ortodoxos que por otra parte son minoría en el país, aunque tengan fuerza en la Kneset.

Señora, con todos los respetos, nunca le preguntaría a qué “secta” pertenece usted. Supongo que es judía y punto, más o menos observante, pero eso para mi no la hace mejor ni peor. Es judía. Cuando me dice usted que “no parezco judía” me recuerda aquella escena de la película “ÉXODO” cuando un nazi le decía a Paul Newman (en el papel de Ari Ben Canaan) que podía oler un judío a distancia y Paul Newman se le acercaba para que lo oliera sin que el nazi lo detectara, obviamente. Otra escena similar ocurrió aquí, un judío dijo también que podía distinguir a otro a simple vista... pero esa es otra historia.

Me gustaría poder responderle más ampliamente, conversar con usted o tener una fluida correspondencia por e-mail. Seguro que saldrían opiniones muy interesantes y ya sabe que entre judíos la dialéctica y el sentido del humor es nuestro mejor entretenimiento. En su mano está, señora.

Quedo a la espera de que su manera anónima de relacionarse dé paso a una franca amistad, hasta entonces le deseo HaShavuá Sameaj.

Shalom.