lunes, 21 de abril de 2008

CONFLICTO ÁRABE-ISRAELI: 60 Aniversario de Israel ¿QUÉ DEBEMOS CONMEMORAR? se pregunta el escritor JUAN GOYTISOLO .


Por L. Conde


60 Aniversario del Estado de Israel ¿Qué debemos conmemorar? Se pregunta el escritor Juan Goytisolo en El País (domingo 20 abril 2008, pág. 35) y dedica su artículo al músico Daniel Barenboim.


No voy a reproducir de nuevo los anteriores artículos de este blog que pueden leer bajo la Etiqueta de Hasbará (en hebreo: explicación, esclarecimiento). Para qué. Al fin y al cabo la Historia es una ciencia que algunos tergiversan a su conveniencia y convierten datos históricos inapelables, fríos e imparciales, en opiniones particulares adaptadas a su ideología, como si la ideología en la que supuestamente creen les impidiera ver la realidad aunque se exponga con hechos, datos y fotografías sin manipular. Qué más da. Vean lo que vean, oigan lo que oigan, lo verán y oirán filtrado a través de un prejuicio del que les es difícil sustraerse. Entonces, para qué volver una y otra vez a explicar el porqué debemos celebrar el 60 aniversario del Estado de Israel. Supongo que aunque pasen mil años los judíos seguiremos explicando porqué debemos celebrar el milenio de Israel. Hay mentes por las que la Historia no avanza y se quedan ancladas en una especie de Edad Media donde los judíos siguen siendo lo que siempre fueron: el chivo expiatorio de las sociedades enfermas. Pero ya no. Ahora vuelve a existir el Estado de Israel. Siempre fuimos una nación en la diáspora. Pero ahora TENEMOS una nación y hay que defenderla. Goytisolo cita al argelino-sefardí, Jean Daniel, cuando dice que Israel es un Estado diferente a los demás y que esta excepcionalidad tiene trazas de agravarse.


Dígame, Sr. Goytisolo, ¿cómo no ser diferentes si la Historia europea se encarga de avalar esa diferencia ahora igual que antes?. Dígame, ¿existe otro país de pleno derecho que tenga que lidiar con situaciones similares a las de Israel? ¿Cómo quiere que seamos como cualquier otro país?. No podemos. No nos dejan. O tal vez esa diferencia hace que todavía perduremos. Somos pocos. Fíjese que nosotrostambién” podríamos decir que somos una “minoría, pero ya sabe, unos caen en gracia hasta cuando se inmolan y otros no hasta cuando defienden a los suyos de los inmoladores.


He leído algunos de sus ensayos, como “De la Ceca a la Meca”, me gusta como escribe y admiro su erudición en temas del Islam. He leído algunos de sus artículos cuando era corresponsal de guerra en Chechenia y en Bosnia. Sabe lo que es la guerra. Usted estuvo allí. Pero no, no es lo mismo. Usted podía volver a su casa, lejos de aquella barbarie, sabía que tenía un lugar donde estar a salvo. Usted puede elegir vivir en España o en Marruecos o en cualquier otro país. Y créame, Israel no puede elegir. Le va en ello la vida. Y el alma. Habla de los palestinos como si la miseria que usted describe fuera culpa de Israel. ¿En qué se convirtieron los asentamientos judíos de Gaza una vez abandonados por los colonos judíos? ¿En qué se invierte el dinero enviado por la Unión Europea para ayudar a los palestinos? Pero dejemos ese argumento tan manido como cierto de que los palestinos con ciudadanía israelí gozan de más derechos en Israel que en cualquier país vecino. Y las palestinas. O de que Gaza recibe luz, agua, gas, etc de Israel, incluso una vez retirados de allí. ¿Recuerda la Guinea Española cómo quedó una vez “independizada”?. y, dígame, ¿qué es lo que le molesta de Israel desde su casa de Marrakesh? . Sí, dejemos eso. Usted no es judío y tal vez ahí esté la cuestión, en que quisiera serlo y tener un ideal por el que luchar, un ideal de verdad y no de pandereta, un ideal carne de su carne y sangre de su sangre, unos padres con números tatuados. Es tan fácil caer en la tentación de sentirse el guerrero del antifaz defendiendo a los “desheredados de la fortuna”. Pero hay quien quiere heredar por la cara y convencen a unos cuantos, tanta pena son capaces de producir en ellos y en los otros. Los judíos nos encargamos de que el país funcione y progrese para todos sus ciudadanos (judíos, musulmanes, cristianos, agnósticos, todos) mientras nos defendemos. Y ha progresado infinitamente. Imagínese si no tuviéramos que gastar energías, tiempo, presupuesto, vidas, vidas queridas y lloradas y nunca exhibidas, en protegernos. Imagínese si nos dejaran de una vez en paz.


Le dedica su artículo a Daniel Barenboim. Judío y palestino ejemplar, dice usted. Pero ya sabe, todos los países tienen sus hombres bienintencionados que abogan por la paz en el mundo, justicia para todos, hermosas palabras, demagógicas también porque no dicen cómo, de qué manera conseguirlo. Daniel Barenboim no vive en Israel, usted tampoco. De visita todo es del color que se quiere ver. ¿No le parece igual de ejemplar la Dra. Wafa Sultan? (que menciono en mi anterior artículo de Hasbará), ella sí arriesga su vida por emitir su opinión, contra ella existe una Fatwa. Pero fíjese bien, contra Daniel Barenboim no hay Fatwa alguna. Israel le permite proclamar su opinión sin riesgo alguno para su vida. Lo respetable no son las opiniones, obviamente no se puede respetar una opinión abyecta, lo que se respeta es la libertad de decirla aunque sea una memez. Claro que contra esa libertad de expresión también está la mía de preguntarle a usted, Sr. Goytisolo y al Sr. Barenboim, cuánto ganan y cuánto destinan a la “causa palestina” que tanto les trae de cabeza, y que Daniel Barenboim es un maravilloso pianista y usted un gran escritor, cosas que hay que separar de sus inclinaciones hacia minorías que justifican su violencia y su pobreza culpando a cualquiera menos a ellos mismos. En Madrid volaron por los aires unos trenes, parece que aquí también éramos culpables. ¿Pensaría igual si alguno de sus seres queridos hubiera muerto en aquellos trenes? ¿Cómo lo justificaría? ¿Podría? Es estupendo apostar a la ruleta rusa mientras no le toque a uno. ¿Tampoco usted sabe quién es el enemigo?.


Y, sí, hay infinitas razones para celebrar el 60 aniversario del Estado de Israel. Sólo tiene que pensarlas. Seguro que le sale más de una. Dígala. En El País.


Shalom

sábado, 19 de abril de 2008

CUENTO PARA PESAJ

Por L. Conde






Hace muchos años una niña de 10 años salió de España para pasar su primer Pésaj con su padre en un lugar de Europa. Él no tenía familia pero la llevó la víspera a casa de unos amigos que esperaban para ese día a un montón de gente de todas las edades, de todos los parentescos. A la niña la llamaba su padre Yehudit Tan pronto llegó la alojaron en una alcoba que compartiría con Déborah, la hija pequeña de la casa. Yehudit hablaba español, Déborah alemán, francés, inglés y algo de Yidish. Luego fueron llegando más y la casa se convirtió en una especie de torre de Babel, sólo faltaba el Swahili. Y sin embargo todos se entendían y sabían lo que había que hacer. El bullicio era enorme, pero había un cierto orden. Los niños correteaban por la casa, abrían los armarios, escudriñaban rincones y cuando encontraban migas en los bolsillos o en los dobladillos de los pantalones gritaban más y se lo llevaban a la señora de la casa y seguían buscando. Yehudit imitaba sus movimientos algo desorientada. No entendía el idioma ni porqué hacían eso.

Su contacto con las costumbres judías de su familia materna española eran muy diferentes, secretas, silenciosas. Esa alegría no la conocía. Recordaba las Navidades tristes con el Nacimiento en casa porque venían de visita los vecinos del 1º y “era conveniente” que lo vieran. Luego, cuando se iban, todas las figuras del Belén volvían a la caja. Uno año hubo tres visitas y fue un trajín montar y desmontar el Belén tres veces. A los niños no se les explica nada. No es necesario si saben crecer.

Al día siguiente todo era un ir y venir de la cocina al comedor. Velas, libros, cancioneros, trajes inmaculados. Déborah estaba preciosa con un lazo azul en el pelo. A Yehudit le dieron un vestido blanco que le quedaba algo grande. No le importó. Quería estar al lado de su padre porque era al único que conocía, pero la sentaron con los demás niños.


La mesa estaba adornada primorosamente.Había una silla vacía con una copa de plata. Déborah le explicó como pudo que era para Eliahu, por si venía. Cuando el abuelo de la casa se sentó a la cabecera de la mesa se hizo un silencio reverencial. Y comenzó la ceremonia más hermosa. El anciano abuelo hablaba en hebreo y se dirigía a todos en Yidish. Yehudit tenía un librito en español-argentino para seguir el Séder que le había entregado su padre.


Shiva mi iodea?
Shiva ani iodea
Shiva lemei shabata,
Shisha sidrei mishna….


Trató de memorizar las canciones que todos cantaban como si hubieran nacido con ellas.


LeShaná Habaá BiIrushalaim (el próximo año en Jerusalem)


Recuerda esas palabras porque al decirlas su padre la miró fijamente desde el otro extremo de la mesa y luego, de regreso a casa, se las volvió a repetir en hebreo. Y cumplieron la promesa. Años después.

El siglo siguiente Yehudit acudió a un Pésaj inesperado en el noroeste de España. Eran otros tiempos. El país, las circunstancias, ella, todo era diferente. Y se sentó al lado de Eliahu y con toda su alma deseó que esa noche, cuando ya no quedaba nadie en el mundo que la recordara con 10 años, regresara su padre de la fosa donde quiera que estuviera y ocupara el lugar de Eliahu. Y volviera a mirarla como entonces y le repitiera como aquella fría noche de regreso a casa, LeShaná Habaá BiIrushalaim, Yehudit.


LeShaná Habaá BiIrushalaim, aba.


Shalom.

miércoles, 9 de abril de 2008

CONFLICTO ÁRABE: FITNA Y GÓLEM (O de cómo no equivocarse de enemigo)


4 de Nisan de 5768


Por L. Conde


EL GÓLEM


En la mitología judía es un ser animado fabricado a partir de materia inanimada. Es mudo. No puede hablar porque no puede pensar. Carece de alma. En Yidish actual se utiliza para referirse a una persona patosa o retrasada. En la literatura talmúdica para referirse a una sustancia embriónica, incompleta. El más famoso es el gólem de Praga. En su frente lleva grabada la palabra EMET (VERDAD). El hebreo es más que un idioma. Cuando el gólem pierde la primera letra, el ALEF, EMET (VERDAD) se transforma en MET (MUERTE). Podemos deducir que la ausencia de verdad conduce a la muerte. A la muerte de un amor en el que ya no confiamos. A la muerte de todo un pueblo víctima de la difamación. Sabio idioma el hebreo. Esto nos llevaría a todas las épocas históricas en que se urdieron excusas harto curiosas para exterminarnos.


JUDENSAU - LIBELOS DE SANGRE


El más antiguo está documentado por APION, que afirmaba que los judíos sacrificaban griegos en el Templo de Salomón.


La Judensau (la cerda de los judíos) está documentada desde el siglo XIII en iglesias donde se muestran relieves con judíos mamando de una cerda. En tiempos de Martín Lutero se pretendía demostrar que el cerdo (animal aborrecido por la tradición judía) era la fuente de sabiduría de nuestro pueblo, convirtiéndolo así en menos que humanos.



Otro Libelo de Sangre fue la difamación consistente en que la sangre de los niños cristianos era especialmente apreciada por los judíos que realizaban asesinatos rituales para beberla.
Y el pueblo lo creyó. Y empezaron las hogueras.



Los Libelos de Sangre perduraron hasta el siglo XX. Yo diría que hasta hoy aunque los medios de comunicación hayan variado la manera. ¿Recuerdan los documentales alemanes que pretendían demostrar la similitud de los judíos con las ratas?. Y el culto pueblo alemán lo creyó. Sería bueno no olvidar que el Holocausto fue gestado en un país cristiano. ¿Se habrán dado cuenta los cristianos que se equivocaron entonces y se equivocan ahora de enemigo? ¿
Qué más tiene que suceder para que reconozcan que el peligro nunca vino de nosotros? ¿Se imaginan a un judío autoinmolándose en trenes, aviones, restaurantes, autobuses, centros comerciales? Nunca. Y sin embargo ahí está esa defensa desde algunos sectores de esta sociedad cristiana de una cultura que además discrimina a la mujer, madre, hermana, hija. Bueno, pensándolo bien, la religión católica tampoco tiene en gran consideración a sus mujeres, relegadas a monasterios sin opción a participar en la pirámide de poder. ¿Se imaginan a un cristiano matando a un musulmán por haber dibujado, pongamos por caso, al Papa disfrazado de Lagarterana? ¿Por qué ese temor a “enfadar” a una cultura que no respeta a las demás?


Hay una cierta tendencia a ponerse de parte de las minorías, hablo ahora del problema palestino, tengan razón o no. Son minorías y punto. Todo les está permitido. Eso sucede siempre que esas minorías estén lejos y no suframos en carne propia sus “reivindicaciones”. Pero ¿porqué no piensan en las minorías que tenemos cerca?, los gitanos por ejemplo, los de A Coruña tan de actualidad ahora. Qué sucede cuando se tiene a una “minoría” cerca ¿porqué no se la defiende como a las que están lejos?. ¿Porqué se sienten amenazados si ni siquiera se autoinmolan ni lanzan cohetes desde su asentamiento de Penamoa al barrio de los Rosales o al barrio de Mesoiro?.


Esta doble moral me recuerda un poco a la caridad ejercida con los “pobres negros de África” merecedores de toda caridad cristiana siempre que permanezcan allí. He visto que cuando se vienen aquí los pobres africanos, con sus tenderetes en las ferias, no son tan apreciados. Aunque no es lo mismo ese negro pobre que el rico Samuel Eto'o, emigrante como ellos, pero emigrante de élite. Como dicen en México: ya apareció el peine.


En los telediarios no se soporta que el ejército judío se defienda y defienda a la población de unos terroristas palestinos. Pero si Hamás mata a Al-Fatah no pasa nada, entre ellos no parece que sea criticable. Tal vez lo que sucede es que no soporten que los judíos se defiendan. Tengan en cuenta que son siglos sin poder hacerlo y tal vez a los demás les sorprenda esta vuelta de tuerca. No teníamos país, no teníamos ejército, estábamos a merced del país en el que residíamos y al que éramos leales. Ahora existe Israel de nuevo, porque existió en el pasado. Ya hablé en otra ocasión sobre la falacia de la idea de Palestina, incluso de Jordania creada por los británicos en 1922, o Líbano. Pero parece que no hay mucho interés en leer la Historia. E Israel, como cualquier otro país, tiene el derecho y el deber de defenderse.


FITNA


Palabra árabe que se traduce por División o Guerra civil dentro del Islam. Tiene también connotaciones religiosas, expresa la idea de un castigo divino a los pecadores.


Nadie se sorprenderá si asesinan al holandés Geert Wilders que realizó el documental FITNA, o a la doctora siria, Wafa Sultán, que tuvo las agallas de responder en televisión a un islamista. Incluso alguien dirá que ellos se lo buscaron, que provocaron la situación. La niña violada también provoca, siguiendo ese viciado argumento. Y los países llamados laicos seguirán cediendo parcelas de su libertad conseguida con su propia sangre para librarse de dictadores y tiranos para someterse a esta nueva forma de tiranía. Negarán el holocausto, permitirán que las mujeres que según las leyes de Francia o España tienen los mismos derechos que los hombres lleven símbolos de su religión en forma de velo en un país proclamado laico en la Constitución, lo que quiere decir Vive y deja Vivir, que la religión sea algo que pertenezca a la intimidad del individuo y su familia y que no se exhiba públicamente ni desde luego se imponga. Alguien ha visitado Arabia Saudí? Sería una experiencia muy aleccionadora, luego vuelvan y cuenten. Allí no hay opción. No se admite otra manifestación cultural. Ni otra indumentaria en las mujeres. Qué pasa aquí en Europa, cuna de la libertad, gestadora de Revoluciones sociales que han traído estas libertades de las que deberíamos sentirnos orgullosos y no bajar la cabeza ante una especie de hordas fanáticas que si mandaran regresaríamos a la Edad Media. Despierten de una vez. El enemigo nunca fue el pueblo judío. Sí, ya sé, dirán lo que Maruja Torres cuando la apretaron en una entrevista: No estoy contra el pueblo judío, sino contra Israel. No. El pueblo judío es Israel, allí y en la diáspora. No se vuelvan a equivocar de enemigo.


Shalom.