miércoles, 8 de octubre de 2008

YOM KIPUR y PARASHÁ VAYELEJ (Y fue pues Moisés y habló estas palabras a todo Israel…) Deuteronomio XXXI: 1 – 30

9 Tishri 5769

Por L. Conde


AVINU MALKEINU, SHEMA KOLEINU


Hoy a la noche dará comienzo el YOM KIPUR. Habrán pasado los diez días desde Rosh HaShaná, para entonces tenemos que haber completado el “retorno” que en el judaísmo es el volver a tener una relación pura con nosotros mismos y con los demás después de estos diez días de reflexión. Pero para enfrentarnos sinceramente y de manera inmisericorde con uno mismo es necesaria mucha valentía. Necesitamos estos días de soledad para pensarnos, para hacer “Balance del alma” y “Teshuvá” que en hebreo se traduce por arrepentimiento pero que su significado literal es precisamente “retorno”, volver a ser el que quisimos ser. Regresar a nuestro origen, volver a la Torá.

En el rito sefardí, con la Parashá Vayelej (que corresponde Shabat del pasado 5 de Tishri), se lee la bellísima Haftará capítulo XIV:6 del profeta Oseas:
“Yo seré para Israel como el rocío;
él brotará como el lirio y ahondará sus raíces
como las del cedro del Líbano….
Y los que se abrigan bajo su sombra, volverán…”.

Volver. Volver a ser digno. Pero no por temor, sino por amor. Porque el amor es el sentimiento más trasgresor, no se rige por intereses ni conveniencias, por eso es el más puro. Por amor.


Esta oración de Yom Kipur me conmueve porque es una súplica hecha con el más profundo amor: Avinu, Malkeinu, Shemá Koleinu. Padre nuestro, Rey nuestro, escúchanos.

Y es entonces cuando comienzo a escucharme y me espanto y me admiro, porque erré y acerté, di pasos de ciego y seguí la senda certera, ofendí y amé. Y me escucho. Y me juzgo. Avinu, Malkeinu….




KOL NIDRÉ

Rosh, de la misma raíz que BeRESHit. Rosh, el Principio, la Causa, el Origen. En Rosh HaShaná nos sacudió el sonido del Shofar, es estremecedor. Es la memoria viva. Nos sacude de esta rutina adormecedora, como decía YEHUDÁ HALEVÍ:
“Estremécete y sacúdete del tiempo,
como las aves que del rocío nocturno se desprenden…”.
El sonido del Shofar nos tensa como guerreros antes de la batalla, porque vamos a enfrentarnos a la más terrible de todas, a nosotros mismos. Y el tiempo se detiene. Ese tiempo que durante el año nos engulló como un agujero negro. Ahora llega la lentitud, desnudarnos pausadamente, mirarnos al espejo y ver sólo piel, la nuestra. Aquí un engaño, aquí una traición, aquí una omisión, aquí un rencor, en todas partes la soledad, todos los besos que no di, las caricias que rechacé, la ayuda que no presté.


PEDRO SALINAS decía:
“A la noche se empiezan a encender las preguntas.
Las hay distantes, quietas, inmensas, como astros:
preguntan desde allí siempre lo mismo:
cómo eres.”

Y es una pregunta terrible, cómo pude ser, cómo seré. Y aquí estoy ahora, esto soy, no quería ser así, no quiero seguir siendo así porque no querré ser la que seré. Pero incluso el día antes de la muerte es posible el retorno. Puedo re-crearme. Porque la vida es eso. Re-crearse cada día. Y nos olvidamos. Pero el Shofar lo recuerda y estiramos el cuello para ver un horizonte que se nos antoja imposible, pero hacia él vamos. Cómo no desear tocar la eternidad!. Porque en el fondo queremos volver a ser Adán, que en hebreo significa Hombre, recuperar aquel hombre en su desnudez, realmente queremos recuperar el Paraíso Perdido. La Torá no pretende hacer ciencia, sí enseñarnos a enfrentar lo Absoluto.

Nos sabemos solos. Entre la multitud estamos solos y soñamos con conquistar otras galaxias en un último intento de que tal vez allá no muramos solos. Luego giramos la cabeza y ahí están los nuestros y pensamos que tal vez ellos sientan lo mismo. Uno de ellos se acerca y nos abraza buscando nuestro refugio, y abrimos los brazos y nos desalojamos por dentro para hacerle más sitio y cerramos los ojos y ya no pensamos, sólo sentimos. Y nos damos cuenta que somos un poco como Sansón que comenzó a ver cuando le arrancaron los ojos, fue entonces cuando halló la verdad de su existencia y pudo vislumbrar la cósmica armonía del cielo.


Los judíos nos enfrentamos a nuestro retorno con este canto, KOL NIDRÉ, que contiene todas las tonalidades del alma:

(Escena de la película "El Cantante de Jazz" en la que Neil Diamond canta KOL NIDRÉ. Ilustra muy bien la Teshuvá)



Esta otra versión de KOL NIDRÉ es según la tradición judía marroquí.




BeRosh HaShaná
Se canta en Rosh Hashaná y Yom Kipur



Shalom

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