viernes, 25 de septiembre de 2009

KOL NIDRE

jueves, 24 de septiembre de 2009

HINE MA TOV (Canción judía)

Banda sonora del final de la película que recrea el secuestro en 1976 de un avión, que despegaba de Atenas con destino a París, por terroristas palestinos. Fue liberado en Entebbe por militares israelíes. Aquí un enlace para los que no se acuerden.

Operación Entebbe





Ine ma tov uma naim
scevetaim gamiata.
Ine ma tov…

Ine ma tov
scevetaim gamiata.
Ine ma tov…

Mirad qué estupendo
traducción rítmica de Kiko Argüello

Mirad qué estupendo,
gustad qué alegría
el amor entre los hermanos

Es ungüento perfumado que desciende,
que desciende por la barba de Aarón.
Es ungüento perfumado que desciende
hasta el borde del manto.

Es como rocío del Hermón
que desciende sobre el monte Sión.
Es rocío del Hermón
que desciende sobre el monte Sión.

Fuente http://www.delacole.com/


Y cantada por aquella magnífica DALIDA

miércoles, 23 de septiembre de 2009

APRENDE HEBREO Y CULTURA JUDÍA EN A CORUÑA CON HAGIT DORI

HAGIT DORI es israelí y actualmente reside en A CORUÑA realizando un trabajo de investigación sobre los Anusim. Os recomiendo que durante el tiempo que permanezca en España aprovechéis sus conocimientos sobre Historia y Cultura Judía y su método de aprender un idioma actual y eterno y que se habla allá donde haya judíos, es decir, en todo el mundo.


Aquí están sus datos:

.Shalom.

NACE LA ASOCIACION XUDIA DE GALICIA


ASOCIACION XUDIA DE GALICIA



Shalom Aleijem,


Sea como sean las cosas en el mundo en el que vivimos existe mucho antisemitismo, mucho más de lo que la gente se imagina. El antisemitismo es negado por los buenos y los malos, los buenos porque como no tienen sentimientos antisemitas les cuesta creer que otros los tengan y los malos porque creen no que son antisemitas sino que los judíos simplemente nos comportamos de tal manera que nos merecemos su desprecio. Porque los que somos judíos sabemos que decidir ser judío es ponerte en la mira de mucha gente especialmente desagradable. Y para tomar esa decisión hay que ser valiente.


El judaismo tiene un componente muy importante que es la kehila (la comunidad). Sin la kehila no tiene mucho sentido el judaismo. Un judio solo casi que no lo es.


Desde hace mucho tiempo un grupo reducido de Judíos que vivimos en Galicia nos vemos más o menos con cierta asiduidad, intercambiamos opiniones, añoranzas y, como no, discutimos…pero echamos de menos un sitio donde reunirnos para celebrar nuestras celebraciones,hacer Kabalá Shabat,tener clases de judaismo, hebreo etc,y surge la idea de crear la Asociacion Xudia de Galicia.


No pretendemos ser una gran Kehila,queremos hacer Comunidad poco a poco,sin prisas,que nuestras bases sean bien asentadas y sobre todo tenemos una gran fuerza que eres y nuestra ilusión.


Dicho esto,te invitamos a participar como tu puedas y desees. Necesitamos formalizar legalmente la Asociación,y para ello necesitamos tu ayuda. Ponte en contacto con nosotros a traves del Correo Electronico o por Telefono,abajo te dejo los datos de contacto.Esperamos tu inestimable colaboración.


Tishrey 5770


http://www.asociacionxudiagalicia.blogspot.com/


asociacionxudiagalicia@gmail.com


TELEFONO:+34630611596

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jueves, 17 de septiembre de 2009

Una nana para la noche antes de Rosh HaShaná

Para un buen año. Qué seamos inscritos y sellados en el Libro de la Vida.


lunes, 14 de septiembre de 2009

LA MAR OCÉANA.

Rafal Olbinski
Por L. Y. Conde

Su madre había muerto un 18 de Av muchos años atrás. No solía pensar en ella. Se habían visto contadas veces. La madre hizo lo que tenía que hacer: poner tierra por medio, dejar todo atrás, a la hija de apenas tres años también. No hubo deudas entre ellas, sin embargo.

Las cartas llegaban cada vez más espaciadas, ya ni siquiera por el cumpleaños. Pensaba que también de eso quería olvidarse. Las veces que la vio no deseó besarla y habría preferido que ella no la abrazara. No quería
recordar su perfume. Sabía que el olfato es el más evocador de los sentidos. Su madre no tenía olor, ni textura, ni voz, ni movimiento. Le gustaba mirarla en aquella foto tan elegante, vestida de largo, en una fiesta de la embajada, los ojos entornados sin mirar a nadie pero sabiéndose observada por todos. Era hermosa su madre y lo sabía. Se preguntaba qué foto tendría ella enmarcada. Seguramente una que le envió vestida con el uniforme del colegio o aquélla que le hizo su padre una vez que le visitó en Berlín. No, esa no. Sabría que el padre estaría al otro lado de la cámara y no lo soportaría. Aunque puede que las tuviera en el fondo de un cajón entre la ropa íntima.

La última vez que habló con ella fue cuando la telefoneó a larga distancia para decirle que su padre se moría. Llegó a tiempo para verle con vida. Después del funeral se acabó. No supo más de ella, ni siquiera donde la enterraron. Sólo el certificado de defunción donde figuraba la fecha de su muerte le llegó semanas después. No le importaba. No le dolía. Él sí, él le sigue doliendo.

Años después, otro 18 de Av, recibió una visita inesperada. Era un anciano que venía a entregarle un paquete. ¿De parte de quién?. De vos misma, contestó. Le recordó a un poema de Tagore y pensó que era una lindeza del anciano. Tardó en reconocer bajo aquellas arrugas al hombre silencioso de su infancia, una especie de mensajero fiel que traía y llevaba recados entre ella y el padre, entre ella y la madre. Mensajes de Berlín a Buenos Aires, de Caracas a Santiago, y viceversa. Siempre le agradeció sus breves escalas entre viaje y viaje para darle noticias frescas de su padre a la ida, y de su madre a la vuelta. Recordaba más su voz que su rostro. Pero ya no había razón para hacer una nueva escala en su interminable viaje. Ya no había de quién o a quién enviar mensaje alguno. Toma, es tuyo. Y le entregó un paquete envuelto en un pañuelo de seda, como hacen los japoneses. No quiso quedarse a tomar un café. Como siempre, tenía prisa.

La seda envolvía una caja cuadrada y dentro una especie de ánfora con una inscripción: “Cenizas de E.” Abrió la tapa y hundió su mano hasta el fondo. Buscándola. Luego se pasó la mano impregnada de polvo por la mejilla como una caricia. Se fue a la cama y esa noche durmió abrazada a la madre, apretándola contra su vientre, encogida como un feto. No soñó. Se despertó temprano y de una manera automática, como si desde siempre supiera lo que tenía que hacer, cogió las cenizas e hizo un largo viaje hasta la costa.
“Siempre que viví lejos del mar mi vida fue triste”
Fue la frase más hermosa que le escuchó decir una vez en Buenos Aires, en la calle Florida, ella, que parecía hecha de un mineral magnético.

Las horas que duró el viaje le habló como si tuviera aún forma humana. Pero no tenía práctica en conversar con ella y sólo le salían frases inconexas. "Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado, no me importa lo que hiciste, lo que hacés ni lo que harás....". O letras de tangos. Entre ellas nunca hablaron, sólo se sintieron. Sabía de la reciprocidad de los sentimientos desde que un hombre le dijo “Sé que me amas. Lo sé porque a mí me pasa lo mismo”. Y era verdad. Tal vez entre ellas también fue así. Pero sin palabras.

Cuando llegó al acantilado faltaba aún una hora para que desapareciera el sol. Recordó sin saber porqué que le gustaba el tango “Por una cabeza”, era de las pocas cosas que sabía que le gustaban. Eso, y las carreras de caballos. Estaba preciosa en el hipódromo con sus pequeños prismáticos y una pamela negra. Y ahora estamos aquí, madre, entregándote a la mar océana como tú la llamabas. Quién sabe, puede que el Atlántico te lleve hasta La Guaira o hasta Puerto Madero; allá fuiste feliz, tuviste que serlo, si no tu huída habría sido inútil y tú eras una mujer práctica, y brava, de esas a las que nadie ve llorar jamás. Sé cómo es eso, yo tengo tus ademanes y tu forma de mirar. Soy como tú. Soy tú. Así le habló. Destapó el ánfora y las cenizas volaron hacia las rocas y hacia el mar, la mar océana, y un poco hacia su rostro, y lo tomó como un beso leve y suave, como los daba ella, para que su maquillaje permaneciera intacto. Adios, madre. Le dijo con una sonrisa.

Tiempo después, en Caracas, se encontró con una conocida de su madre. Ah, sí, era la señora que tenía toda la casa con la misma fotografía ampliada en cada habitación. Era la foto de una niña con trenzas y un uniforme negro con cuello blanco. La hija, supongo.

Sólo entonces lloró por ella. Fue la única vez.

Siempre que mira la mar océana le pregunta si ya llegó a América.

Shalom, E.

viernes, 11 de septiembre de 2009

SHANA TOVA UMETUKA 5770